Durante la dominación musulmana de la Península Ibérica, se construyeron numerosas fortificaciones defensivas en territorios fronterizos para detener el avance de los reinos cristianos. Estos territorios fronterizos se denominaban Marcas.
La red defensiva que levantaron los musulmanes durante los siglos IX y X en la región de la Comunidad de Madrid, trataba de asegurar la defensa de Toledo de la llamada Marca Media de Al-Andalus y consistía en diferentes tipos de construcciones, desde castillos, poblaciones amuralladas, fortalezas militares y torres centinelas o atalayas; que controlaban los pasos y puertos de la Sierra de Guadarrama y Somosierra.
Las atalayas se levantaban alejadas de las poblaciones, en zonas altas, para mejor visibilidad y nunca una aislada, sino formando redes de atalayas a una distancia suficiente para poder mantener la comunicación y el contacto visual entre ellas. De esta manera, se alertaba el peligro de una atalaya a otra, por cristales o humo, durante el día y de fuego durante la noche y se enviaba el mensaje a las fortificaciones principales donde se preparaban las tropas más cercanas.
Las atalayas eran torres cilíndricas de varios niveles formadas por muros de mampostería y pisos interiores de madera sujetos por vigas. El único vano consistía en la puerta de acceso que se situaba en el primer piso y a la que se ingresaba a través de una escalera de madera que era retirada en caso de peligro. Las azoteas de estas torres eran los puestos de observación desde donde los soldados vigilaban.
Muchas de las atalayas de la Comunidad de Madrid han desaparecido ya con el paso del tiempo, pero otra se conservan en mejor o peor estado. Nosotros hicimos un recorrido, una mañana de otoño, visitando las 4 atalayas que quedan en pie del valle del Jarama. Gracias al artículo “Atalayas musulmanas de Madrid”de Jose Manuel Castellanos, en la Revista Madrid Histórico nº4 (2006) pudimos encontrar el acceso a las mismas fácilmente:
Salimos de Madrid por la carretera de Burgos (A-1) y nos dirigimos hacia el pueblo El Vellón. De allí sale una carretera hacia el Espartal, la M-122. A los pocos kilómetros, un camino de tierra hacia la izquierda se dirige hacia la atalaya de El Vellón. Hay que aparcar el coche hay mismo y ascender a pie.
La atalaya del Vellón está situada en lo alto de un cerro, desde donde se dominaba el alfoz de Talamanaca, y es de traza cilíndrica y de 3 pisos que se comunicaban por medio de escaleras interiores de un solo tramo, con 6 m de diámetro en la base y 9 m de altura. Sus muros son de mampostería de alrededor de 1 m de grosor y su puerta se sitúa a 2,5 m del suelo, a la que se accedía por una escalera portátil.
Regresamos hacia El Vellón, retomamos la carretera A-1 y salimos hacia la urbanización Cotos de Monterrey entre los Km. 49 y 50. Antes de entrar en la misma, nos encontramos con la atalaya de Venturada, a mano derecha. Esta vez es fácil acceder a la atalaya y el coche queda aparcado muy cerca.
La atalaya de Venturada es visible desde la carretera A-1 y se levanta en el monte llamado El Carrascal y está construida sobre una base de rocas de granito. Su planta es circular y sus muros al exterior foman un perfil ligeramente escalonado. Tuvo cuatro alturas, aunque su cuerpo superior ha desaparecido casi por completo. Es la única atalaya cuyo suelo a nivel de la puerta era de madera. Su estado es ruinoso y fue declarada Monumento Histórico-Artístico en 1983.
Retomando nuevamente la carretera A-1 en dirección Burgos, seguimos unos kilómetros hasta la salida a la derecha de la N-320 que lleva hacia Torrelaguna. Desde allí., cogimos la M-131 en dirección El Berrueco. En el Km 5,5 de esta carretera se toma un camino de tierra que nace a la izquierda y que conduce una finca particular que está cerrada con alambrada. Aparcamos el coche y rodeamos la finca, manteniendo siempre la alambrada a la derecha y la depuradora de aguas a la izquierda y tras una caminata de unos 10-15 minutos, llegamos al fin a la atalaya de Arrebatacapas:
La torre de Arrebatacas es la más alta de la provincia con sus 11 metros de altura y un diámetro de 6 metros. Se asienta sobre el terreno rocoso, sobre una zarpa o base de 30 cm de altura y tiene tres pisos sobre uno macizo, en cuyo nivel se encuentra la puerta de acceso a unos 2,5 metros del suelo. Se construyó con mampostería irregular y argamasa mezclada con piedras para rellenar los muros. Esta atalaya es una de las mejor conservadas y es Monumento Histórico-Artístico desde 1983.
Retomamos la M-131 dirección El Berrueco, y antes de llegar al pueblo, en el Km10, hay una carretera a la derecha, la M-133 con dirección hacia la presa y el pueblo de El Atazar. Tras 1 km de recorrido por esta vía, nos encontramos con un camino de tierra que nace en diagonal hacia la derecha y que conduce a una finca ganadera. Nosotros entramos con el coche y lo aparcamos entre las vacas, junto al puesto de vigilancia contra incendios que hay allí instalado y caminamos escasos metros hasta la torre vigía de Torrepedrera.
La atalaya de Torrepedrera se localiza sobre un cerro de 1.030 m de altura en el extremo sur del término municipal de El Berrueco. La torre está construida en sillarejo, con piedras de tipo pedernal. Su planta es circular de diámetro de 3,30m y el espesor de sus muros varía entre 1,58 metros en la base y 1,05 en la parte más alta. La construcción es troncocónica de 10 m de altura, con tres pisos, macizos el inferior y accesibles los dos superiores. Esta atalaya está totalmente restaurada y se puede visitar su interior, incluso acceder a la azotea, desde la que se pueden ver las atalayas de Arrebatacas, Venturada y El Vellón cuando los días están despejados, que no fue nuestro caso. Esta atalaya fue declarada Monumento Histórico-Artístico en 1983.
Referencias:
www.castillosnet.org
artículo “Atalayas musulmanas de Madrid”de Jose Manuel Castellanos, en la Revista Madrid Histórico nº4 (2006)